El nombre Tadeo no
es habitual en los neonatos de la época postmoderna.
Alguno dirá, “¡No sabía
que existía ese nombre!”. Por el contrario, el cristiano lo atribuye
a un tal Judas Tadeo que aparece en el Nuevo Testamento.
De la industria
cinematográfica, nace “Tadeo”, el nuevo personaje en la pantalla grande y a la
vez el título del film recién estrenado. Al verla, los espectadores peruanos se
sienten como que su emblemático Machu Pichu y los dibujos de las pampas de Nasca,
es invadido por la expedición de este individuo precipitado, e incapaz de huir del peligro. Él llega a Cusco perseguido por unos mercenarios de la arqueología y con detestables
intenciones, y ruidosos vehículos.
El objetivo era
hallar las riquezas del Pahiti, descifrando un grabado incaico. Para las
mascotas de Tadeo, su instinto es luchar por la noble causa del amo y deleitar
al espectador con su inocencia. Sorprende asimismo cómo detrás de un metro
sexual y con título académico, se esconde la ponzoña de la traición.
“Tadeo” es una
película risible, zoológica y arqueológica, donde la unidad de los más débiles y
heterogéneos personajes, puede hacen temblar el poderío de los malos, deteniendo
su intentona de saquear los tesoros milenarios del antiguo Perú.
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