No hay mejor homenaje a Gabriel García, terminando de leer alguno de sus libros, y transcribir las frases más notables. Aquí les comparto algunas de "Amor en los tiempos del cólera":
"Sin
embargo, ningún otro lugar revelaba la solemnidad meticulosa de la biblioteca,
que fue el santuario del doctor Urbino antes que se lo llevara la vejez".
"Contéstale
que sí -le dijo-. Aunque te estés
muriendo de miedo, aunque después te
arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le
contestas que no."
"Aún en sus
últimos años había de evocar aquel viaje, cada vez más reciente en la memoria,
con la lucidez perversa de la nostalgia."
"Fermina
Daza no era ya la hija única, a la vez consentida y tiranizada por el padre,
sino la dueña y señora de un imperio de polvo y telarañas que sólo podía ser
rescatado por la fuerza de un amor invencible."
"Pero se
complacían con el equívoco, porque también el equívoco los protegía. Eran una
logia hermética, cuyos socios se reconocían entre sí en el mundo entero, sin la
necesidad de un idioma común. De ahí que Florentino Ariza no se sorprendiera de
la respuesta de la muchacha: era uno de los suyos, y por lo tanto sabía que él
sabía que ella sabía."
"Pero lo
hizo de un modo tan casual y en un momento tan inoportuno, que al doctor Urbino
no le entró por un oído y le salió por el otro, como ella lo pensó, sino que no
le entró por ninguno."
"Y lo borró
de la memoria al instante, entre otras cosas porque su profesión lo tenía
acostumbrado a un manejo ético del olvido."
"Empezó por
preguntarle qué pensaba del doctor Juvenal Urbino. Ella le contestó casi sin
pensarlo: “Es un hombre que hace muchas cosas, demasiadas quizás, pero creo que
nadie sabe lo que piensa”.
"Su
naturaleza feroz se marchitaba sin gloria, su amor se desmoronaba en sollozos,
y sus párpados empezaban a mostrar la sombra de viejas amarguras."
"Era el
óxido de la rutina, tan denigrado y tan temido, pero que a él lo había
protegido de la conciencia de la edad."
"Habían
sorteado juntos las incomprensiones cotidianas, los odios instantáneos, las porquerías
recíprocas y los fabulosos relámpagos de gloria de la complicidad
conyugal."
"Quería
encontrar la verdad, y la buscaba con unas ansias comparables al terrible temor
de encontrarla."
"Alguna vez
él le había dicho algo que ella no podía concebir: los amputados sienten
dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. Así se sentía
sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba."