grafismo creativo

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viernes, 19 de julio de 2013

¿Quién defiende al pueblo?...


LEY 26520, Art. 6: 
"La función del Defensor del Pueblo es incompatible con todo mandato representativo, cargo político, filiación política o sindical, asociación o fundación, con la carrera judicial o con el ejercicio de cualquier profesión u oficio, a excepción de la docencia universitaria.
El Defensor del pueblo DEBERÁ RENUNCIAR A TODA SITUACIÓN DE INCOMPATIBILIDAD QUE PUDIERA AFECTARLE DENTRO DE LA SEMANA SIGUIENTE A SU NOMBRAMIENTO Y ANTES DE LA POSESIÓN DEL CARGO, de lo contrario se entenderá que no acepta el nombramiento."

viernes, 12 de julio de 2013

Lo bueno, lo malo... y San Fernando


Luego de la exitosa campaña publicitaria "Jueves de pavita", que coincidió con el triunfo de la Selección Peruana ante Ecuador, el lanzamiento de este nuevo producto de San Fernando, parece que no está calando en el consumidor femenino.
Ya pasó los días de gloria cuando veíamos al niñito Farfán bailando frenéticamente a ritmo de cajón.
La escena hoy es diferente, y es un desacertado collage textual y visual.

  • ¿Qué busca posicionar el redactor publicitario con: "No es Atún de Pollo, es pura pechuga"?
  • Con qué se queda el público objetivo ¿con el atún, el pollo o la pechuga?

El asunto se complica viendo la imagen. Yo connoto de inmediato que entre el pan hay una lata conteniendo hamburguesas. Y esto sería el cuarto elemento comestible, que confirma la ambigüedad comunicacional.

jueves, 4 de julio de 2013

Y ¿dónde está “Asu Padre”?


Mi texto fue publicado en el periódico "La Verdad", dirigido por Tito Pérez, mes de junio.

El espectador quisiera ver al padre en algún rincón de la película “Asu mare”. Él brilla por su ausencia y reluce quizás por su conducta culposa. El film es el homenaje a la “mare”, o simplemente se tituló con el peruanismo que significa “¡qué asombroso!” o “¡qué terrible!”.
La cinta no se posiciona como un fenómeno del séptimo arte peruano, porque no es repetitivo que una producción nacional anterior haya atraído millones de personas a las salas cinematográficas.
El cine es distracción, imagen, sonido ambiental. Los de las butacas ríen de los correazos, desgracias, hipocresías y pobreza de los limeños de la década del 80. Hasta llegamos validar que hay un factor hermoso en el barrio descolorido de Mirones, las ropas modestas de los muchachos, y las empinadas y mugrientas escaleras de una casona donde funcionaba la academia de cine. En los apuros económicos, los préstamos y ventas de enseres de doña Alcántara van y vienen. Hasta que llega como bendición, que la madre hable por teléfono con la “Señito” Gisela Valcárcel.
Ya pasó los días de jarana familiar donde su pequeñito vibraba con el landó, y no le iba bien tocando el cajón. Ahora es un adolescente y su entorno son los amigos de la escalera y de la promoción. Ellos trascienden del geométrico y opaco barrio para descubrir y moverse entre el círculo de los surfeadores miraflorinos y las ex colegialas del San Silvestre. Les corroe la idea del ascenso social. Sacan de su billetera el subjetivo billete de la creatividad. A veces logran utilidades, y en otras, déficit.
El único salvavidas del pobre Alcántara es “apegarse” con el amigo entrador, y con el productor de cine, la meta es dejar de recursear. Pero él es perseverante, sabe que una raya más al tigre es irrelevante. Logra con ingenio que de primeras el comprador de la “Master, Baster, Two” le agrade el valor agregado en su nariz.

Finalmente, en los últimos encuadres de esta película showman-biográfica, vemos que los actores secundarios son reemplazados por los amigos reales, como mejor muestra de gratitud de quien no le cambió la fama.