grafismo creativo

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lunes, 10 de enero de 2011

¡Chanquen al pollo!

Los cerca de treinta millones de peruanos evolucionarían al punto de tener plumas en vez de cabello y vellos, todo por redundar en el menú de pollo. El gran consumo de pollo a nivel nacional es único en Latinoamérica. A diferencia de los hermanos colombianos, ellos consumen más carne de res, y el pollo es un alimento de las familias acomodadas. La desventaja es que Colombia no tiene el privilegio de adquirirlo fresco, o mejor dicho, aún tibio, después de ser cortado el cuello y pelado.
Durante mis visitas a Bogotá tuve la oportunidad de comer pollo a la brasa en el “Piko Rico”. El plato viene acompañado de arepas, papas pequeñas con cáscara, pero no supera en gusto ni brillosidad al de Perú.
Este  plato de bandera también ha calado en el gusto americano. Eso pude comprobar al degustar pollo a la brasa en “El chino Peruano” de Queens. Hasta parecía que estaba en Lima, e inclusive lo sirvieron con Inca Kola.
En Lima la competencia en esta comida no tiene límites. Cada uno gana su público. Por ahí dijeron que ya se creó el cebiche de pollo a la brasa. Cada día aparecen pollerías con nombres similares: Frio Chiken, Gorkis, Kentaki, Yo Te A Pollo. Y hasta esta preferencia gastronómica tiene una alusión cómica, al recordar al vapuleado pío chicken de Carlos Álvarez.
Hoy degusté pollo en mi casa, pero sin brasa. Me tomé el pequeño afán de prepararlo yo mismo. Al horno, previamente macerado con ajos, sal y sillao. Una hora de cocción en fuente de pirex con dos cucharadas de aceite, dos vueltitas a las presas y la cebolla en cuadraditos. Antes de la última vuelta, agregué media taza de agua, las pasas y orégano.

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